Mailing Rivera: “Lo que nosotros buscamos con la etnografía es recoger todo lo que los alumnos sienten, piensan, opinan o saben, e incorporarlo a la sala de clases como material educativo”
Por Denisse Espinoza Ramos
Mailing Rivera es profesora de Castellano, Magíster en Educación y Doctora en Antropología y su línea de trabajo se ha focalizado en la etnografía educativa y la creación de materiales didácticos en lenguaje y ciencias. Sobre esto y su intercambio con los profesores de la segunda cohorte de ICEC PUCV conversamos con la académica.
Su experiencia y líneas de trabajo son la etnografía educativa y la creación y desarrollo de materiales didácticos en lenguaje y ciencias
¿Cómo surge tu visita a los profesores del programa ICEC PUCV?
A través de participación que tiene la Universidad de Antofagasta en el proyecto Alfa de la Unión Europea y América Latina. Nosotros como universidad nos vinculamos a este proyecto a través de las redes de difusión y como anécdota conocimos a los profesores del programa ICEC en Bogotá. Porque la Universidad Distrital Francisco José de Caldas es una de la catorce que integra el consorcio que están desarrollando proyectos financiados por la convocatoria de la Unión Europea. El acercamiento se dio en el extranjero, es muy probable que aquí en Chile no nos hubiéramos conocido. La experiencia ha sido súper enriquecedora.
¿Cómo se origina su línea de investigación?
La idea de este taller es difundir nuestra línea de investigación que se llama Antropología educativa, etnografía de los aprendizajes y tiene su origen en el 2010 a través de un proyecto Conicyt, en el que se pensó hacer una investigación sobre educación intercultural, pero los resultados de la investigación nos llevaron por otros caminos que originan esta línea. Nosotros le pedimos a los niños que dibujaran el desierto y nos dibujaron pirámides, camellos, dinosaurios. Entonces, encontramos que la antropología a través del estudio de las representaciones sociales puede explicar cuál es el conocimiento que tienen las personas, cuáles son las creencias, las opiniones, las experiencias que traen, son los mundos representado que, generalmente, quedan fuera de la sala de clases. Cuando un profesor cierra la puerta y hace su clase pareciera que ignora todo lo que los alumnos traen. Lo que nosotros buscamos con la etnografía es recoger todo lo que los alumnos sienten, piensan, opinan, o saben, por tener la edad que tienen, e incorporarlo a la sala de clases como material educativo.
¿Cómo ha sido el desarrollo del programa?
Ha sido bien interesante porque en la medida en que otras entidades van conociendo nuestros resultados se van interiorizando en el tema. Por ejemplo, la CONAF nos pidió que hiciéramos una etnografía para proteger La Portada como monumento natural. La Portada está siendo cada vez más contaminada por la basura, se construyeron muchos barrios cercanos al monumento. Entonces, recogimos dibujos de cómo los niños veían La Portada y luego esas mismas maneras que ellos proponen para preservarla nosotros las transformamos en material educativo. También nos contactó la gente de la Fundación Gaviotín Chico, que está en extinción, y nos pidieron hacer una etnografía para conocer cómo creen los niños de Mejillones que se puede proteger al Gaviotín.
¿Cuál es la relevancia de esta línea de investigación?
Entonces, las etnografías aportan la posibilidad de recoger la representación que tienen las personas. Generalmente, los materiales educativos vienen diseñados por gente del Ministerio de Educación, que son especialistas, pero nosotros decimos que ese trabajo debe complementarse con lo que la persona que va a usar el material tiene como representación, porque si no el material es ajeno y se parte el aprendizaje con una situación de resistencia. Por ejemplo, el Simce te pide texto autentico, que es el diario tal cual como es emitido en la prensa, o el texto científico con la descripción y características de algún animal. Entonces, cómo acercamos a los niños a que conozcan distintos tipos de textos, pero también que esos textos recojan los discursos de ellos. No sé si les habrá pasado, pero por ejemplo uno lee la descripción de un perro. ¿Cómo le dice el científico? Dice el nombre el latín. Uno lee eso y piensa: “¿Este es el perro que estoy viendo ladrando ahí que yo estoy viendo directamente?”. Tiene que haber una transición entre lo que escribe y dice el científico, que genera que los alumnos no sigan investigando. Cuando un científico dice que la tierra es redonda, los niños ya no se cuestionan más.
¿En qué consiste el programa?
Este programa es la forma en que nosotros estamos participando en el proyecto actual que se llama Acacia, que es este típico arbolito de África, y es un consorcio de catorce universidades que construye centros para apoyar la formación de profesionales universitarios con énfasis en la Didáctica. Ellos postulan que podemos disminuir la deserción universitaria si ponemos atención en la forma en que se están haciendo las clases en todas las carreras, no solo las pedagogías. Por ejemplo, un ingeniero enseña cómo el último ingeniero le enseñó a él, y eso no garantiza que sea didáctico.
¿Qué impacto busca este tipo de talleres en los profesores?
Los profesores tienen muchas representaciones instaladas, ellos creen que conocen cómo aprenden los alumnos, pero cuando uno les hace este tipo de actividades, demostrándole la diversidad. Muchas veces los profesores se quedan con la formación que tuvieron cuando estudiaron pedagogía y las teorías han evolucionado mucho en los últimos veinte años. A pesar de que estos profesores son de Ciencias tienen que saber de Psicolingüística, Lingüística, Socio-lingüística, Didáctica. Las investigaciones demuestran, por ejemplo, que los malos resultados en Matemáticas están relacionados con que los profesores tienen deficiencia en la escritura, con que no redactan bien las instrucciones de los problemas, tienen problemas con la contextualización… Eso pasa porque los textos escolares entregan todo hecho, pero hay pocas propuestas que describan cómo es el aluno que está frente a ti. Este tipo de talleres lo que hacen es visibilizar al alumno que tienes en abstracción, por eso usamos tanto recursos como la fotografía, el dibujo, el registro; porque ahí está la evidencia etnográfica de cómo las personas ven el mundo.
¿Cómo fue el trabajo con los profesores de ICEC PUCV?
Nuestra hipótesis es que para mejorar el pensamiento investigativo en los escolares -porque Chile se está quedando sin científicos- tenemos que desarrollar las habilidades de observar y comunicar lo observado. En este taller partimos haciendo un dibujo y luego, describiendo el dibujo. A través de ello, le vamos mostrando a los profesores los elementos que se debieran contextualizar en el aprendizaje.
¿Cómo respondieron los profesores del programa?
Los profesores se sorprenden mucho. Primero, no todos dibujamos, entonces cuando le pides dibujar es una actividad que los complica mucho. Cuando ven que se trata de dibujar para representar el entorno natural y cuando ven que vamos a utilizar la información que ellos entregan, la actitud cambia porque se interesan. El ambiente al principio era de resistencia, porque es enero y hace calor, están cansados, porque muchas veces le hacen talleres en que les dicen lo mismo que ya saben o los escolarizan otra vez. Entonces, la recepción fue muy buena cuando ellos vieron la finalidad de esto y se dieron cuenta que lo podían seguir desarrollando. Al final, no se querían ir, muchos se acercaron a decir que fue muy corto el taller, que querían saber más. Es que este era conferencia complementada con taller porque cuando uno les habla de mucha teoría a profesores que no están acostumbrados se agotan, porque vienen cansados.
¿Por qué crees que es importante generar este tipo de instancias?
Por toda esta crisis de crisis educativa que tenemos. Hace diez años que yo no veo hablar en los diarios de aprendizaje, se habla de los sueldos de los profesores, del lucro, de la desigualdad en los estudiantes. Entiendo que todos esos factores hay que resolverlos antes de poner el foco en el aula, pero creo que estamos perdiendo un tiempo muy valioso. Los doce años de estudio se van y quedamos al debe en el desarrollo de habilidades y en el logro de aprendizajes, entonces este tipo de actividades son importantes nada más que para decirles eso. Somos profesores y nuestro deber ser es preocuparnos del aprendizaje. Las otras condiciones son importantes. Lógicamente, un alumno no puede aprender con hambre y un profesor no puede enseñar sin sueldo. Los sistemas tienen que preocuparse del financiamiento, y nosotros en el aula, especialmente desde la didáctica, tenemos que poner el foco en cómo aprenden los alumnos y entregarles más herramientas a los profesores para que reconozcan cuándo un alumno aprende, para que puedan describirlo, analizarlo y reflexionar sobre eso, y así mejorar en sus siguientes clases.
¿Qué es lo que más rescatas de esta experiencia?
Trabajar con otro contexto. Yo vengo del norte y es interesante trabajar con todas estas representaciones. Yo vengo del norte y me sorprendió mucho que los profesores dibujaran paisajes que tenían palabras en quechua que me las explicaron. El quechua no es un ámbito propio de esta zona, pero ahí se da cuenta de hasta dónde llega la influencia lingüística e identitaria, la importancia de las comunidades, en este caso de los hablantes de quechua. Uno por las características del sistema y de los textos escolares tiende a pensar que los pascuenses influyen sólo en su isla, y, sin embargo, es muy probable que en esta misma región haya muchas palabras y muchas personas con esos usos que se ven invisibilizados por la escuela. Para mí ha sido muy relevante conocer otros contextos, y conocerlos por por textos, sino por otras personas que me muestren esos contextos. Yo espero que ellos hayan quedados motivados a mostrarle sus propios contextos a sus alumnos.